lunes, 15 de junio de 2015

La bola de nieve

Chile empieza su participación en la copa América, las expectativas son altas pero en su mayoría de público ajeno al (nuestro) mundo del fútbol. Público que se da el lujo -porque es un lujo pagar las entradas- de ir a presenciar el partido en el estadio, y que esta sea su única visita a una cancha en mucho tiempo. No tengo nada contra ellos, ni con los que lo ven como el regalo para un pequeño que vibra más con la selección porque aún no define sus colores o los que lo ven como la oportunidad para reconciliarse con su viejo. Pero no perdono, y eso jamás, a aquellos que van a jactarse de su presencia, que opinan como eruditos acerca de un tema del cual no tienen ni idea, que lo ven como la oportunidad perfecta de la aceptación y reconocimiento social. Qué vergüenza ser ellos, los sin identidad.

Ya después de pasar por este bodrio que es aceptar que gente desconocida venga a escupirme en la cara en mi propia casa, están los que lo encuentran bonito, los que se regocijan al ver que pase esto. No lo puedo creer.

¿A esos que no ven fútbol en todo el año le celebras que apoyan a la selección de vez en vez?, ¿a la relación más hipócrita y cínica que hay?, ¿te sientes bien regalando este deporte a quienes no les interesa una mierda?. Tú no amas el fútbol, tu no tienes nada de amor por la pelota, que te mira triste, traicionada. A ti te importa encajar en el asado de turno comentando sobre jugadores, con quienes no le vieron UN partido siquiera en toda la temporada, a mi me daría vergüenza. Y más aún que lleguen y se den el derecho de putear a un jugador porque no corrió los 90 minutos. Por favor. Que se creen con la autoridad, llena de petulancia y arrogancia, de exigirles que cumplan con su trabajo; que para eso están.

Cuando ganan, ganamos todos; cuando pierden, pierden ellos. Perdió Bravo que no atajó el penal, perdió Alexis que no la metió adentro, perdió Vidal que dio un pase malo hacía atrás, perdió Medel que no metió los huevos que mete siempre. Qué increíble, de pronto estoy en un foro hablando con los máximos sabios del fútbol mundial, cuando -y estoy seguro de esto- nunca han pateado una pelota.

Se pasó a cinco, incluido al arquero y le pego a la cara externa de la red. Se lo perdió: malísimo, típico jugador chileno mediocre, "jugamos como nunca, perdimos como siempre", falta mentalidad ganadora, que vuelva Bielsa. Es como si esperasen el error, disfrutan ver como fallan para luego despellejarlos en su derrota, como verdaderas carroñas. Empiezan a manejar números y combinaciones. "Qué hay que usar el 4-3-3", "Sampaoli ratón que juega con un 4-4-2", "Deberíamos volver al 3-5-2 de Brasil". Me impresiona ver tanta sapienza, casi como técnicos, es cosa de mandar a los jugadores de cierta manera y listo, ganamos.

A mi no me gusta la selección, hace rato que le perdí el gusto, pero que basureen mi deporte -sí, es mi deporte como el de muchos que lo amamos- y que lo haga gente que no tiene pito que tocar por una cosa de integridad me apesta, me toca el orgullo y me enoja mucho. Pude moverme del camino de la bola de nieve, que trae toda esta parafernalia y euforia, con cornetas, gorros, banderas, y todos los productos del buen hincha. Estos giles no merecen una frase para terminar mi columna. Chao.