jueves, 15 de septiembre de 2016

El paisaje salvaje

A las tres de la mañana se me ocurre revisar el pasado, me golpeó la nostalgia brígido mientras meaba antes de ir a dormir, luego de ganar la última ranked. "Ya han pasado 3 años", pensé. Me acosté y revisé el teléfono, lo tuve un buen rato en la pantalla de bloqueo y me decidí.

Lo que más me provocó ver todo eso que las queridas redes sociales guardan, para luego autoflagelarnos leyéndolo, fue pena. Me sentí como el pico porque tengo la envidiable capacidad de ser un conchesumadre con la gente que me quiere, real y desinteresadamente. Tanto al punto que me odio por unos segundos, unos segundos larguísimos donde quiero mandar todo a la mierda y llorar. Botar todo para luego hacer como que estoy bien. Que ya pasó.

Leo y releo la conversación y me siento cada vez peor. Este masoquismo de mierda que no lleva a ningún lado, curiosamente me proyecta imágenes bonitas, porque eso es la nostalgia: el recuerdo feliz de algo que pasó y que nos marcó.

La mayoría de gente que me conoce opina igual de mí, y eso me tranquiliza bastante. Me da un break dentro del estrés acumulado por años, intentando definirme a mi mismo. Y yo leo y leo, un poema entremedio: 

He conservado intacto tu paisaje
pero no sé hasta donde está intacto sin ti
sin que tú le prometas horizontes de niebla
sin que tú le reclames su ventana de arena.

Son las tres de la mañana el 18 de julio del 2013 y seguimos hablando de lo que pasó el día anterior, y yo sigo escribiendo de lo que pasó hace tres años, y todavía tengo el cuadernito lleno de poemas, y todavía tengo la carta, y todavía me acuerdo que el ringtone era La Sinceridad del Cosmos -tema culiao, me cargaba- y sonrío nervioso acordándome de cuando saliste del metro en Cumming, cuando fuimos a la conchesumadre y más allá a ver a los Ases Falsos y sobre todo, sonrío nervioso por lo mierda, frío y desagradable que fui aquel día. Lo bueno, es que después de aquel día, no me viste más siendo así de nefasto.