martes, 17 de mayo de 2016

Una final

Punto culmine, momento donde todo lo que hiciste tiene su desenlace sea justo o no. Aquí no se sabe de justicias, o la ganas o la pierdes pero no puedes esperar que tus méritos anteriores te lleven a lo que deseas. La vida es así, aunque duela. No hay muerto malo y los que pierden finales son muertos, no hay crítica alguna. "Pobrecitos, no pudieron." Que mentalidad más basura.

El gusto de vivir en un círculo que espera de la meritocracia los dones divinos, y no es así. La vida no es como uno quiere por más que haga esfuerzos. Me toca ser el amargo pero sí. Hace rato me di cuenta que los azares definen quienes somos, o el destino, pero hablar de méritos es tiempo perdido. Puedes sentirte mejor o peor con tu cuenta acumulada pero al fin y al cabo no define que será de ti en 20 o 30 años más.

A veces pega duro todo, pero depende de uno aguantar estoico o quebrarse. Me tienen podrido los moralistas, los que se llenan la boca pregonando mierda para después limpiarsela como se debe, chato de los esquizofrenicos y salfatísticos que en todo ven un pero, de los suspicaces que siempre esperan lo peor del otro. Que gente de mierda loco, un segundo no dejan de romper las pelotas. Pero bueno, uno no puede pedirle peras al Olmo y si ya se arraigó esa mentalidad y esa manera de actuar es difícil que un don nadie la cambie.

Hoy vivo mi final o mis finales, ya que ojalá sea más de una. Es un momento complejo y de suma tensión pero que si todo sale bien podré dormir un poco más tranquilo. No me hago el santo en un mundo hecho mierda pero si me considero lo suficientemente correcto para decir que no escupo al cielo -por lo menos ahora- ni me chupo las bolas creyendo que está bien. Au revoir.


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